A finales de enero, tuve el placer de visitar un lugar que siempre había querido conocer desde hace años: la provincia hindú de Goa. La que en su momento fue colonia portuguesa, tiene una atmósfera como ningún otro lugar de la India, atrayendo a visitantes de todo el mundo por su música hipnótica, sus fiestas en la playa y su cultura hippie.

Dejando la vida nocturna aparte, encontré Goa como un lugar sereno, particularmente en el sur, en Palolem y Agonda. Pasé la mayoría del tiempo vagando por los pueblos de las playas tropicales y haciendo kayak a lo largo de la costa. Incluso me topé accidentalmente con una boda hindú que equivocadamente pensé que era una fiesta. Tal vez mi experiencia favorita fue sentarme en la playa con las vacas salvajes, observando el atardecer en paz. Fue un ritmo de vida perfecto después de la locura de Los Angeles – un ritmo que mantendré conmigo tanto como pueda.